La Fundación Jesús Obrero
tiene su génesis a fines de 1993, cuando el Hno. Amador Véliz, luego de salir
de sus labores habituales, fue testigo del intento de robo perpetrado por unos
niños a un vehículo estacionado. El dolor que sintió al ver lo que el hambre y
la necesidad son capaces de hacer en la conducta de las personas, lo motivó a
buscar los medios para crear una Fundación dedicada al servicio de los más
humildes.
Con la ayuda de Dios, el Hno.
Amador logró contar para el efecto con los servicios del Dr. Víctor Soria
Córdova, destacado jurista guayaquileño que redactó el Estatuto de la
Fundación, el mismo que fue elevado a conocimiento del Ministerio de Bienestar
Social, en Quito.
Tras
meses de arduas gestiones, el Estatuto fue finalmente aprobado mediante el
Acuerdo Ministerial 002229 del 30 de agosto de 1994, siendo esta la fecha de
creación de la Fundación Jesús Obrero.
Gracias al apoyo irrestricto
del Dr. Soria, quien inclusive cedía su despacho para efectuar en él las
sesiones de la naciente Institución, esta pudo sortear airosa los difíciles
primeros momentos de su vida; por este motivo más el humanismo y don de gentes
mostrados por el citado jurisconsulto, la Fundación Jesús Obrero decidió que su
Escuela de Fútbol -en la cual se formaron más de doscientos niños y jóvenes
alejándolos del vicio de la droga-, lleve su nombre.